La verdadera espiritualidad lo abarca TODO
Es algo que siempre digo y que no me cansaré de repetir: la verdadera espiritualidad no es una cuestión de acudir o no a más talleres que otra persona, de leer o no más libros que otra persona, de formarse e instruirse en el crecimiento personal más o menos que otra persona…
La espiritualidad es mucho más que eso y tengo la sensación de que, en una sociedad que avanza más hacia la desconexión de nosotros mismos y nuestras capacidades que hacia la conexión con lo que somos y con la unidad de la que formamos parte, demasiadas veces se nos olvida.
No podemos alimentar nuestra parte más espiritual sino es desde la ética y la moral, desde un comportamiento justo con nosotros mismos y con quienes se cruzan en nuestro camino. ¿Cómo podemos ser seres espirituales si no logramos entender que todos somos uno, que dañando a los demás y actuando de forma injusta, lo único que conseguimos es dañarnos a nosotros mismos?
Todo lo que hacemos en la vida se nos devuelve, ¡no podemos vivir de forma injusta y esperar que la vida nos sonría!
La espiritualidad es, en realidad, la forma de vida en que cada uno de nosotros somos un ser libre, que asumimos nuestra responsabilidad hacia nosotros mismos y, sobre todo, también hacia el prójimo y hacia nuestro planeta.
Ya lo ves, nutrir tu parte más espiritual no pasa por leerte ese libro, de hecho, es absurdo pretender, por ejemplo, que leer un libro que has conseguido de forma ilícita te haga más espiritual.
La espiritualidad empieza dentro de ti, en el momento en que decides actuar de una u otra forma. Empieza por lo que tienes a tu alcance, ¿realmente estás haciendo todo lo que está en tu mano para no contribuir al deterioro del planeta?, ¿estás tratando de forma verdaderamente honesta a las personas con las que trabajas?, ¿estableces relaciones sanas y equilibradas con tus familiares y amigos?
Cuando empieces a vivir de forma más justa, entonces será el momento de aprender, de seguir creciendo espiritualmente. Y entonces sí: participa en cursos y talleres, IMPLÍCATE. Y hazlo desde el compromiso de quien sabe que su papel es importante para la unidad de la que forma parte.
Porque ser espiritual también significa eso: tomar tu responsabilidad y hacer con ella aquello que es mejor para la unidad.
Y sí, ¡por supuesto que la disciplina forma parte de la espiritualidad! Jamás crecerás a nivel consciencial si no es desde el más profundo de los compromisos con tu causa.
Tengo la fortuna de compartir mi viaje con personas que realmente entienden su papel en el conjunto, que viven por y para crecer y ayudar a crecer a las personas que se cruzan con ellas. GRACIAS a quienes me acompañáis en mi camino y a quienes decidís seguir creciendo con mis enseñanzas.
Ahora, os invito a todos y a todas a reflexionar: ¿de verdad queréis crecer espiritualmente?, ¿estáis siendo coherentes con vuestro objetivo? Está en vuestra mano decidir el destino de vuestros pasos al caminar.
Cada uno de nosotros crea su propia realidad; cada uno de nosotros atrae a su vida los personajes y las situaciones que la sustentan; cada uno de nosotros tiene la capacidad y el poder de cambiar su vida desde el mismo momento en que lo decida; cada uno de nosotros es responsable de lo que crea, siente y expresa; cada uno de nosotros es una expresión de la Fuente que nos creo, un ser único y maravilloso creado para experimentar la vida y la muerte, la dualidad.